Hoy es el día siguiente. Y encuentra que ha dejado atrás la cotidianidad, si por prejubilación, u otras causas no cuenta con la obligación del trabajo. Al perder la rutina quizás tenga la sensación de haber perdido sus poderes mágicos, ha entrado en el colectivo de los no productivos. Si antes volaba por el firmamento sin advertirlo, ahora su vuelo no acaba de despegar. ¿Sólo el tic tac del reloj tiene alma y le angustia como si estuviera asistiendo a la nada?
Durante su vida laboral soñó infinidad de veces con lo que haría el día que no tuviera que trabajar. Pues ya ha llegado.