Carmen G., no acuñó recuerdos del paso de los cincuenta a los sesenta. Solo del pasar.
––Ningún cambio de década ha supuesto nada especial para mí. Quizás porque estaba tan absorbida por el día a día, por el transcurrir de la vida ordinaria que ni me percaté de que había dado un paso, quizás porque nunca pensé que había dado paso alguno.¿Que importancia tienen 10, 20, 30, 40, 50, 60 años?… Una década se construye con diez años y un año con trescientos sesenta y cinco días. Cada día cuenta y el paso de uno a otro no genera revulsivo alguno, ni nos damos cuenta, ni se percibe que es un día nuevo. No hay rayas en el suelo de los días ni las hay en el de los años. No recuerdo ni dónde estaba, ni con quién, ni qué hacía el día en que traspasé las décadas. Posiblemente si hago un esfuerzo mental, si me concentro, si rebobino, si miro alguna foto… pueda llegar a identificar alguno de esos tránsitos, pero tendría que esforzarme y me temo que mucho. Sí que me recuerdo pensando en que cuando cumpliese 60 años compraría un piano y empezaría a poner en práctica los débiles conocimientos adquiridos tras numerosos cursos de solfeo, acompañamiento, música de cámara, armonía, historia de la música y los ocho años de piano. Unos estudios brindados al aire, como montera en plaza de toros, un tiempo sin sentido, sin método, sin poso. Un paso. No recuerdo qué años tendría cuando pasó por mi cabeza el pensamiento de llegar a los 60 y sentarme ante un piano haciendo las escalas que no hice en su día… Parece claro que en mi mente, 60 era una magnitud como para vivir en una cierta quietud, que a esa edad me habría ganado un refugio. Es curioso, cuando uno es joven, muy joven, no es consciente de serlo, ni siquiera es consciente de la belleza indudable que hay en el simple hecho de ser joven.
––¿Celebra o rechaza el cumplir años?
––No hay nada especialmente bueno o malo en el simple hecho de cumplir; lo bueno o lo malo está en el tránsito hacia el cumplir, en el camino, en la trayectoria. En lo que consigues ser como ser humano, por el hecho de vivir. Yo creo que todos tenemos días optimistas y días pesimistas. Naturalmente todos tenemos nuestra personalidad y ésa nos lleva a ser tendenciosos, tener tendencia al optimismo o tendencia al pesimismo pero lo normal es que todos pasemos por esos estados de ánimo. Hay veces en que vuelves la vista atrás y la verdad es que no te gustaría volver a ser joven, volver a pasar por situaciones familiares, de pareja, hijos, etcétera, que ya has vivido. Lo malo de haber cumplido 60 o 55 o 64 años, depende de en cuál de esos años que has cumplido has percibido que tu cuerpo ya no es el mismo, que tienes dolores que antes no tenías, que notas dónde están las articulaciones. Yo entro en el cine y me siento como de 26, salgo del cine y se invierten los números y con los números la cifra. Salgo del cine y me siento de 62 años. Siento las rodillas entumecidas por la postura mantenida durante largo tiempo o por el aire acondicionado, o ¿por la edad?
––¿Tiene miedo?
––De vez en cuando, naturalmente, te entra un vértigo que puede que sea temor. El temor tiene que ver con el dinero, pero tiene mucho más que ver con la enfermedad, la forma física, el ánimo, la vitalidad. Te imaginas a ti misma retirada, jubilada y no te ves o te ves con optimismo, idealizando las cosas que podrás hacer, o con pesimismo, no pudiendo hacerte a la idea de cómo o qué sentido le vas a dar a tu tiempo. La soledad, creo que no me preocupa pues en cierta forma estoy muy habituada y siempre he sido —de muy joven también— de tendencia solitaria. Casi puedo afirmar que disfrutaré de gente a mí alrededor, que compartiré más cenas, almuerzos, excursiones, caminatas, viajes. Dedicaré tiempo al campo, si no es mi campo será un campo. Me veo de voluntaria de organizaciones empresariales o sociales, me veo ayudando a poner empresas, realizar proyectos. Me veo en Perú, Brasil, Bolivia, Ecuador, Guatemala… O cualquier otro sitio donde pueda hacer y aportar. Ya no me veo tocando el piano, pero quizás sí la guitarra.
––¿Qué planes tiene para el día a día?
No planifico mi día, a día. Mi horario laboral planifica por mí, me pone las cosas fáciles, trato de hacer ejercicio por eso de los dolores de articulaciones y por eso de mantenerse en forma y por eso de tener una vejez… ¿buena? Confieso que soy poco disciplinada, leo algo, voy mucho al cine.
––¿Viaja? ¿Se relaciona con personas de su misma edad?
––He viajado mucho y he viajado mucho sola: Vietnam, Tailandia, Bali, México, Guatemala, Honduras. Estoy en un momento vital en el que mis circunstancias no me permiten relacionarme con personas de mi edad, ni de otras edades. Tampoco lo busco ni lo necesito, o creo que no lo necesito.
––¿Quiere hablar de algo más, de sexo, por ejemplo?
––¿Sexo? ¿A que te refieres? ¿Qué es? Poesía eres tú.