Libre de rutinas a tiempo parcial

Margalida Stembridge divide su semana en varias porciones. La de trabajo ––dos días completos como profesora de inglés en un colegio privado––; la de aprendizaje ––asiste a clases de chino e italiano semanalmente––; su día libre ––se libera de todo compromiso–– y el fin de semana. Éste puede ser para darse una caminata por la montaña, ver alguna película,  alguna exposición, sola o en compañía.

––Me ofrecieron la jubilación parcial y acepté inmediatamente. Llevo así cuatro años. Ha sido como un antes y un después. Ahora, cuando voy a trabajar, voy descansada, con todo el entusiasmo que los alumnos necesitan de un profesor. Además entre mis tareas con ellos está el ocuparme del huerto, que requiere un extra de energía.

––¿Qué es lo que más le gusta de este cambio de vida?

––Tener tiempo para hacer las cosas despacio, para estudiar y leer, buscando en el tiempo perdido la lectura que se me escapó en la juventud. Para no tener que vivir con la lengua fuera… Para poder dedicar una tarde a montar en bicicleta con una amiga con la que conversamos en inglés sobre la marcha y luego nos tomamos un sándwich en el parque. Si hace malo lo cambiamos por chocolate y tortitas con nata en una cafetería.

––Usted que habla inglés, español y francés, ¿qué ventajas le ve a seguir estudiando idiomas, aparte de las obvias en cuanto a comunicación?

––Un estímulo intelectual enorme. Me mantiene despierta. Mejora la memoria, la agilidad mental se nota desde el comienzo… En el caso del chino que, además, tengo que escribir, se le añade un plus de habilidad manual. Aparte de esto, mi hija vive en China, yo he viajado allí varias veces y me parece lo mínimo que uno debe hacer cuando visita un país: esforzarse en hablar el idioma.

––¿Tiene planes para cuando se jubile del todo?

––Irme de Madrid, cambiar de aires. A otro lugar más abierto, menos… hostil, sobre todo en verano. Lo estoy planeando con tiempo. Alquilaré una casa y me daré un plazo para ver si me gusta. Por lo demás, seguir aprendiendo chino, aprender la lengua vernácula, cantar en un coro, dibujar, echar una mano a alguien, yoga, taichi, bailar… Aunque no tengo pareja y es más complicado.

––¿Le impone la soledad? ¿No le da miedo perder la relación con sus compañeros cuando se jubile?

––A veces mucho. No durante la semana ––salgo todos los días–– pero sí en vacaciones o a la hora de viajar. Echo en falta la compañía de alguien similar a mí con quien compartir aficiones e intereses. En cuanto a los compañeros, sé que me podré encontrar con ellos fuera del colegio.

––¿Echa de menos una pareja, una relación sexual?

––Una relación de amistad con aperturas. Pero luego me pregunto si tendría yo tiempo para dedicar a una relación con alguien del sexo opuesto, a estas alturas, con tantas cosas que hacer…, por no plantearme si habrá alguien por ahí, dispuesto a soportarme con todas mis circunstancias…

––¿Qué le parece la mayor necesidad espiritual que las personas tenemos conforme vamos cumpliendo años?

––En mi caso se concreta en leer. En estar atenta todo el día a lo que se presenta. En darme los respiros necesarios para que la vida no me atropelle. Aparte de eso yo, como John Lennon: «No creo en la Biblia, ni en el I Ching…, I just believe in me». Y poco más.

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