Parece ser que el perfil del sedentario es alguien que además de ver televisión en grandes dosis, duerme la siesta o por lo menos dormita entre anuncio y anuncio, se despierta con un remusguillo en el estómago que le hace ir a la nevera compulsivamente y picar entre horas. Quizá vista de chándal, quizá de pijama pero sobre todo, se ata al sofá, tresillo o butacón como Ulises al mástil cuando le tentaban las sirenas. Lo que se llama el repanching.
Bien, pues sepa que por cada dos horas que se pasa delante de la pantalla, su riesgo de desarrollar obesidad aumenta un 23 por ciento y, el de diabetes, un 14 por ciento.
Trabajar en el ordenador o cualquier otra actividad que se realice sentado como leer, escribir, jugar al mus o hablar por teléfono quemará muchas más calorías que ver la televisión.
En Perfil.com se hace referencia a un trabajo de científicos británicos publicado en Estados Unidos, en el Journal of the American Medical Association, en el que aseguran que «las personas físicamente activas durante sus momentos de ocio parecen diez años más jóvenes biológicamente que aquellas que son sedentarias».
Estos investigadores del King’s College de Londres estudiaron a 2.401 gemelos, hombres y mujeres, a los que sometieron a cuestionarios sobre su nivel de actividad física, estatus socioeconómico y hábitos con respecto al alcohol y tabaco. También analizaron muestras de ADN de cada uno para estudiar la longitud de los telómeros en sus glóbulos blancos, que forman el sistema inmunológico.
Esta especie de marcadores de la edad biológica, los telómeros, elementos situados en los extremos de los cromosomas, tienen como función contrarrestar la pérdida de información genética que se produce cada vez que el ADN se autocopia. También evitan que los cromosomas se unan entre sí, cosa que ocurre cuando la célula envejece. En el grupo de los gemelos estudiados, los menos activos físicamente en su tiempo libre tenían telómeros más cortos que los que realizaban regularmente ejercicio durante sus periodos de ocio.